La señal del carro Rosa: mi camino hacia la Ayahuasca y el renacer en el Temazcal

El llamado y la señal: Cuando escuché por primera vez sobre el retiro espiritual en Cusco, dudé. Le pedí al universo una señal clara: “Muéstrame un carro rosa si de verdad quieres que vaya.”

Mariana Q

8/21/20253 min leer

Los días siguientes, las señales llegaron una tras otra:

  • Un video en TikTok con un carrito de Barbie.

  • Un GIF de un carro rosa(aunque pensé que era coincidencia).

  • Y, finalmente, un carro rosa estacionado en mi propio pueblo, un carro que nunca antes había visto.

Aun así dudaba, hasta que el creador del retiro me escribió: “Mariana, siento que tú tienes que estar en este retiro. Espero verte ahí.” Ahí supe que el llamado era real.

El camino no fue fácil: dificultades con el pasaporte, vuelos caros, largas horas de viaje. Todo era resistencia, incluso ahora, de regreso, siento que Cusco me quiere retener. Pero llegué, y con ello empezó un viaje que transformó mi alma.

El inicio del retiro

Después de muchas horas sin dormir ni comer, llegué a la plaza de Cusco para reunirme con el grupo. Desde el primer día comenzamos a meditar, limpiar y transmutar.

Yo temía a la convivencia, preguntándome con quién compartiría habitación, recordando mi tendencia a ser introvertida. Sin embargo, descubrí que todo estaba en mi mente: conocí personas maravillosas y mi alma encontró justo lo que necesitaba.

La ceremonia de la Ayahuasca

La preparación

Dos semanas antes ya había comenzado el proceso: dejar la carne,, ciertos alimentos y pensamientos. El día de la ceremonia, un desayuno ligero fue lo último permitido, y después un recorrido por el Valle Sagrado nos llevó a un ayuno prolongado. El hambre y el cansancio fueron, desde antes, parte del aprendizaje: confiar, soltar y rendirse.

La ceremonia se realizó en un tipi, combinando tradiciones del norte y del sur. El chamán Fernando, su pareja Sol y sus ayudantes sostenían el espacio con cantos y fuego. Desde el inicio se sentía respeto y seguridad.

El rapé: el primer soltar

Antes de beber la ayahuasca, recibimos rapé (tabaco sagrado).

Para mí fue un éxtasis desconocido: un estallido de placer y limpieza en todo el cuerpo. Quise controlarlo, pero la lección era clara: “Suelta el control.”

La primera toma: la incomodidad

Con nervio y expectativa bebí la primera dosis. Mientras otros lloraban, vomitaban o tenían visiones, yo no sentía nada. Solo náuseas, dolor en la espalda, cansancio extremo y sueño.

Un compañero me miró y me dijo: “Suelta.” Esa palabra se volvió eco en toda la experiencia. Vomité, pero no viajé. Solo luchaba con mi cuerpo, con mis lentes de contacto resecos, con el miedo de dormirme. Fue incómodo, muy incómodo.

La segunda toma: el renacer de Mar

Decidí beber el vaso completo. Esta vez sí me llevó. Primero, mareo y vómito, luego el viaje total:

  • Puse a mi familia y ancestras en el fuego, sanando el dolor de mi linaje.

  • Vi geometrías sagradas, caleidoscopios de flores y triángulos en el fuego.

  • Sentí una cirugía astral: me acomodaron la columna, me levantaron el rostro y el busto, como un ajuste de aceptación y belleza.

Y entonces llegó la voz de la Abuelita Ayahuasca:

  • “Ya no eres Mariana. Mariana se queda atrás. Ahora eres Mar.”

  • “Mar tendrá abundancia, belleza y prosperidad.”

  • “Pero tienes que soltar, dejar la vergüenza y creer en ti.”

Esa fue mi lección más grande: soltar la vergüenza y abrazar una nueva identidad.

El Temazcal: renacer en el útero de la Madre Tierra

Después de la noche de ayahuasca, exhaustos, queríamos dormir. Pero el chamán dijo: “No, dormir ahora debilita el espíritu.” Así llegó la prueba final: el Temazcal.

  • Primera puerta: sudor como nunca, la desintoxicación física.

  • Segunda puerta: calor intenso, dolor de cabeza insoportable, sentir el vapor como fuego quemando la piel.

  • Tercera puerta (el fuego): pensé en rendirme, pero me quedé. Le pedía a la Pachamama: “Te entrego este dolor.”

  • Cuarta puerta (el renacer): cinco cantos en vez de cuatro, la prueba más larga y dolorosa. Yo lloraba desesperada, rogando salir. Y ahí entendí: nacer es incómodo, los bebés nacen llorando, y yo también estaba naciendo de nuevo.

El día después

Salí con dolor de cabeza brutal, pero al amanecer siguiente:

  • Mi piel era como la de un bebé, rejuvenecida y radiante.

  • No había inflamación, tenía energía y vitalidad.

  • Me sentía más ligera, más abierta, más yo.

El Temazcal me mostró que el renacimiento duele, pero que detrás de las lágrimas está la vida nueva.

Integración: de Mariana a Mar

El retiro entero me enseñó:

  • Que el control solo trae sufrimiento, y soltarlo es libertad.

  • Que la vergüenza no tiene lugar en mi nueva identidad.

  • Que puedo abrirme a los demás y salir de mi zona de confort.

  • Que el renacer es incómodo, pero absolutamente necesario.

Hoy, después de la ayahuasca y el Temazcal, sé que ya no soy Mariana: soy Mar.

Una mujer nueva, abundante, hermosa, próspera y, sobre todo, libre.